Turno 5

Ultramemia

—¡¡¡Basta!!! —las dos hermanas se callaron—. Damas y caballeros, seguimos vivos. Ya pensaremos qué hacer con el circo —quién hablaba era Nalibia—. Creo que lo primero que hay que hacer es descolgar a Nod. Y descubrir quién lo ha matado. Porque esta vez no ha sido Kerensky. Ha sido uno de nosotros.

—¿Y tú quién crees que ha sido? —preguntó Asha.

—Yo no tengo ninguna duda. El culpable de todo esto es SadSmile.

—¿Sads?

—Uy, perdona. ¿En qué estaría yo pensando? El culpable de todo esto es Oberyn.

A Oberyn se le estalló la corona de globos en ese momento.

—¿Yo? Venga, Nalibia. Si yo soy más bueno que el pan. Estoy seguro de que no conoces a nadie mejor que yo. ¿Verdad, Lau?

Lauerys asentía.

—¿Qué tenías en contra de Nod? —preguntó Aditu.

Oberyn se estaba poniendo cada vez más nervioso, le picaba la oreja que no tenía. Jugueteaba con sus globos intentando calmarse.

—¡¡¡Nada!!! Yo quería mucho a Nod. Bueno, no lo quería mucho así en plan de querer porque el era un chico y yo también… Además tenía sus pelis, su éxito con las mujeres y yo pues… —Obe miró de reojo a Lau. Ésta frunció el ceño—. Es decir, que le quería pero no lo quería así.

—¡Entonces lo querías muerto! —gritó Madelaf.

—¡Qué no! Yo no decía eso. Lau, ayúdame. Díselo.

Lauerys se abrió de brazos encogiendo los hombros. Obe estaba a punto de llorar.

—Jope, que yo no he hecho nada. Os lo juro.

—¿Sabes, Obe? No te creo —Gerold hablaba muy despacio— Nunca te gustó Nod.

Obe estaba llorando, Gerold se le estaba acercando y llevaba algo en la mano. Tenía que escapar de allí como fuera, pero sus piernas no respondían. Cuando Gerold ya tenía su mano a la altura del cuello, modeló un cipote con los globos y le golpeó a Gerold en la cabeza.

—¡Muere! ¡Muere! ¡Muere! —gritaba Obe mientras golpeaba a Gerold.

Obe estás mu tonto. Solo iba a sacarte esto de la oreja. O del hueco de la oreja —y le mostró sonriente una moneda de chocolate—. Anda, para ti. Cómetela, que te veo muy nervioso. Solo era una broma.


Alzheimer

El grupo decidió quedarse allí. En el fondo, aunque fuera muy en el fondo, Symon tenía razón. Shagga no los habría abandonado así como así. Entre los miembros del grupo había personajes muy valiosos para él como el propio Symon, Gerold, Theon, las gemelas, e incluso Nalibia. El resto, más bien eran unos peh a nivel de circo.

La caravana de Nod se la quedaron Asha y Ellaria que a pesar de su odio irracional, parecía que no podían vivir la una sin la otra. Los demás rescataron varios útiles medio quemados para poder establecerse en la pequeña carpa auxiliar. Era una medida provisional. La esperanza era que Shagga volviera pronto porque sin dinero y sin documentación de ningún tipo, empezar de cero sería muy duro a estas alturas.

En menos de una semana aquello parecía un poblado chabolista. Cada uno se había montado su propia chabola y vivían más o menos tranquilos esperando a que Shagga se le pasara el cabreo.

Nalibia estaba últimamente muy preocupada. Los demás parecían haber superado todas las adversidades y haberse olvidado de la racha de muertos y desgracias que les habían ocurrido. Empezó a apartarse de ellos y cada vez pasaba más tiempo sola. Los pensamientos de que alguien quería acabar con ella la atormentaban. Dormía en un pequeño agujero que había excavado con sus manos. Aprovechando su flexibilidad se metía y se tapaba con una tabla. Esa noche había cenado una lata de albóndigas calentada en un fuego. Había sido una cena agradable, mejor que la rata frita que solían comer a todas horas. Cuando estaba hecha una bola dentro de su agujero notó como sus músculos se iban paralizando y anquilosando rápidamente. Entonces cayó en la cuenta. Esa lata no era suya, había sido un regalo de… Bah, qué más da, ya era demasiado tarde.


Ummm… digamos Tercer Asalto para no pecar de evidencia

Llevaba varios días buscando entre los restos del circo quemado. Había recibido un pedido muy importante antes de que Shagga lo quemara todo. No podía ser que se hubiera quemado en el incendio. Por fin, lo encontró. Era una gran caja de madera con los bordes remachados de metal. En la parte superior se podía leer “Rainbow Warriors. Paramilitar Greenpeace.” A esos ecologistas se les había ido la cabeza totalmente. Con un hierro tirado por allí hizo palanca y abrió la caja. En su interior estaba su pedido, una enorme y brillante ametralladora. También había otras tres cajas más pequeñas. Cada una llevaba una inscripción diferente. Buscó un lugar adecuado, oculto de miradas inapropiadas y en poco tiempo lo tuvo todo dispuesto. Ya solo era cuestión de esperar a que su víctima pasara por allí.

Al cabo de un par de horas tenía a su objetivo dentro de su punto de mira. Puso el modo automático y apretó el gatillo al grito de: “Os traigo amooooooor”. El gigantesco cañón de la ametralladora escupió el contenido de aquellas tres cajas de munición en cuestión de segundos. Symon, a pesar de su fortaleza innata, cayó abatido por una lluvia de hamsters, flores y piruletas.


PD.

Junto al cadáver degollado de Madelaf se encuentra una guadaña y una nota: Cuando uno no sabe aún lo que es la vida, ¿cómo podría conocer lo que es la muerte?. Tú lo has intentado. Has intentado vivir la muerte sin vivir la vida. Y has fracasado, niña.

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